miércoles, junio 17, 2009

Reflexiones de un día extraño

El pasado lunes tuve un día en extremo distinto. Fui a la playa...con Renato, para sacar fotografias publicitarias para una marca de ropa de niños muy conocida aqui en Chile, que por razones obvias no voy a nombrar. Salimos de la casa a las 6 am y llegamos a las 9 de la noche agotados. Por suerte fue un día de sol que disfrutamos mucho, pese a detalles como bajar y subir 100 mts. de cerro con Renato a cuestas, y pese a haber estado todo el día detras de mi enano que es un remolino. Como consecuencia de ello, hoy tengo los musculos de las piernas apaleados. Como será que me duele hasta bajar un peldaño! (si..estoy en pesimo estado físico!).

Quiero contar algunas cosas que me pasaron.

Estabamos esperando el turno de Renato para sacar una de la fotos, a orilla de playa. El protagonista de la foto en ese momento era un niño de 4 años, la misma edad de Bruno. De inmediato empezaron a volar ideas y sentimientos. Un niño de la misma edad de Bruno, tan lido como él...y que vidas tan distintas les tocó vivir. Miré al detalle sus movimientos, su gestos. Miré sus manos, sus brazos...tan distintos a los de Brunis. Y no es que sea la primera vez que veo de cerca a un niño de 4 años, pero es que ese mundillo de la publicidad con niños perfectos me removió.

Por otro lado, los papás. Habiamos varios primerizos, y otros que parece que se dedican demasiado a esto y yan son expertos en el medio...una niña de 1 año y 10 meses había tenido fiebre la noche anterior, y ahora figuraba con un vestido de verano en la playa en pleno Junio. Plop.

Me dio un poco de pena ver como algunos papás alentaban de forma exagerada a sus hijos a reir ante la camara. Sentí un vacío enorme, el mismo vacío que sentí tantas veces en la piscina mientras Bruno estaba en su sesión de hidroterapia y había papás alentando a sus niños a ser perfectos nadadores unos metros más allá, en clases de natación. Incluso enojandose si sus hijos no se atrevian a tirarse un piquero (tantas veces comentamos eso con Mamaterapeuta).

Yo no quiero eso para mis hijos, no quiero participar de la carrera por conseguir niños perfectos y exitosos. Quiero que crezcan más libres y felices.

Me hizo feliz ver que Renato corrió por la playa, se tiró arena en el pelo, le gritaba COCÓ a las gaviotas, se sacó el maquillaje, lloró ante la camara y luego se rió sin grandes presiones.

Fue interesante conocer este mundillo, tal vez lo volvamos a hacer si se da la oportunidad, pero ya esta decidido que sin presionar a Renato y de forma muy esporádica.

Lo mejor del fin del día fue los gritos de felicidad y sonrisas que nos regaló Bruno a nuestra vuelta. Lo eché tanto de menos!!!

NOTA:
Mis eternos agradecimientos a mi super nana que estuvo ese día al pie del cañon hasta las 9 de la noche dedicada con amor a Bruno, jugando con él, cuidandolo con sus detalles...

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