Bruno tiene 10 años, nació con una
hemorragia cerebral grado II, lo que gatilló en una tetraparesia mixta,
parálisis cerebral. Desde sus primeros días comenzó su proceso de
rehabilitación, recibiendo diversas terapias como kinesiología, terapia
ocupacional y fonaudiología.
A sus 7 años se diagnostica
epilepsia, lo que dio un giro en nuestras vidas. De a poco fuimos asimilando
esta nueva realidad, siempre con temor de que Bruno convulsionara. Es aquí
cuando nuestro hijo además empieza con insomnio, llegando a dormir solo 3 o 4
noches por semana, lo que generó un deterioro en su calidad de vida.
Al principio Bruno tomaba solo una
droga anti-epiléptica, pero con el tiempo se fueron sumando una segunda y luego
una tercera droga para poder controlar las crisis. El año pasado se diagnostica
status epiléptico del sueño, y este año 2014 status subclínico que son
levemente notorios con pestañeos rápidos y somnolencia repentina. De tener una
epilepsia controlada en un inicio, pasó a ser una enfermedad que hoy es más
difícil de manejar. Producto de las crisis y de los efectos de estas drogas,
vemos que nuestro hijo ha perdido algunas capacidades logradas con mucho
esfuerzo a través de su proceso de rehabilitación.
En julio 2014, tras tener un status
subclínico con la consecuencia de una subida en una de las drogas
anti-epilépticas, decidimos comenzar un tratamiento muy esperanzador en base a
Cannabis terapéutica. Nos acercamos a Fundación Daya quienes nos acogieron y
nos orientaron, pudiendo además conocer a varias familias que usan este aceite
para tratar la epilepsia de sus niños.
Llevamos 1 año utilizando el aceite y
la verdad que es lo mejor que nos ha pasado. Bruno logra conciliar el sueño más
temprano (antes cuando dormía, el promedio era 2 am) y el insomnio está
superado en un 95%. No hemos tenido hospitalizaciones de urgencia, tampoco
hemos tenido que salir corriendo a hacer electroencefalogramas por sospechas de
status (el año 2014 se hicieron más de 8 electros), no hay evidencia de crisis
clínicas ni signos de status subclínico.
Estamos maravillados de ver como su intensión de comunicarse ha aumentado,
vocaliza (cosa que había perdido con las crisis), está mucho más conectado y
demandante.
Gracias a esta maravillosa planta, hemos recuperado el aliento, el sueño y
mejorado notablemente la calidad de vida de Bruno y de nosotros como familia.
Tenemos nuestras esperanzas puestas
en este maravilloso aceite, creemos en un futuro mejor con estudios y estandarización de cepas.
No hay tiempo. La salud de nuestros
niños no puede esperar.
Más de nuestra historia en el Blog de
Bruno, niño sol.
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